Composición. «Estaba terminando abril cuando Tito llegó a Jerusalén con la V Macedónica, la XII Fulminata y la XV Apollinaris, que de inmediato emprendieron la construcción de un vasto campamento al oeste de la ciudad. Durante el mismo, las catapultas y los escorpiones de la X legión se destacaron por su brutalidad. Error en la comprobación de email. Es probable que, por entonces, no supiera que iba a sucederse una de las épocas más turbulentas del Imperio. Con todo, la obra es más laudatoria hacia Roma que exculpatoria hacia los judíos, debido fundamentalmente a las circunstancias de su redacción, ya que Josefo se hallaba radicado en Roma, acogido por los Flavios. La Guerra judaica (en griego: Ἱστορία Ἰουδαϊκού πολέμου πρὸς Ῥωμαίους, Historía Ioudaïkoû polémou pròs Rhōmaíous; lat. Estos acabaron sus días construyendo el monumento más reconocido de la época. Mientras continuaba la guerra contra los judíos, los soldados en Egipto proclamaron emperador a Vespasiano (1 de julio del 69) y sus camaradas en Judea confirmaron la elección. La entrada no fue enviada. Al final, el poder de las legiones se hizo valer y, apenas dos años después (en el 66 d.C.), el político aplastó los diferentes alzamientos a golpe de gladius y permitió que sus hombres saquearan los barrios más ricos de la urbe como castigo. La obra fue escrita en un intervalo definido por los años 75 y 79, ya que Josefo menciona en la misma obra la dedicación del Templo de la Paz en el año 75, [1] así como que entregó una copia a Vespasiano, muerto en 79. Aunque, en este caso, prefirió enviar a su hijo Tito a acabar de una vez por todas con los rebeldes. Pintaban mal las cosas para el Imperio. La mayoría de éstos eran judíos, pero no eran naturales de Jerusalén, puesto que se había concentrado gente de todo el país para la fiesta de los Ácimos, cuando de repente les sorprendió la guerra. Vespasiano se mantuvo en su puesto en Judea, mientras que su lugarteniente, Antonio Primo, con los ejércitos de Panonia y de la Península Balcánica, invadió Italia, derrotó a las fuerzas de Vitelio cerca de Cremona y se lanzó sobre Roma, defendida por la guardia pretoriana y … Respecto a la figura de Josefo como personaje de su propia obra, queda patente su preocupación por aparecer ante su propio pueblo como un traidor, algo que queda bien reflejado en su discurso frente a Jerusalén. En todas ellas, la caballería y las máquinas de asedio imperiales destrozaron a los aterrados defensores. Se centra en la historia del antiguo Israel desde la conquista de Jerusalén por Antíoco IV Epífanes en el año 164 a. C. hasta el final de la primera guerra judeo-romana en el año 73 d. C. La obra fue escrita en un intervalo definido por los años 75 y 79, ya que Josefo menciona en la misma obra la dedicación del Templo de la Paz en el año 75,[1] así como que entregó una copia a Vespasiano, muerto en 79. Todos los derechos reservados 2020 - Enlace Judío ©. En consecuencia, en un primer momento la estrechez del lugar les propició una peste destructiva y más tarde un hambre voraz. Hijo pequeño de Vespasiano y de Domitila, hermano y sucesor de Tito. En palabras de Josefo, murieron un millón de personas durante el asedio y, tras la conquista, miles de supervivientes fueron capturados y diseminados por todo el Imperio como esclavos. A la muerte de Nerón en el 68, Vespasiano se encontraba en Palestina, reprimiendo una revuelta de los judíos, y fue proclamado emperador por el ejército de Oriente. A partir de entonces comenzó una carrera por el trono que terminó con la sucesión de tres emperadores hasta que el propio Vespasiano se hizo con la poltrona. El libro IV da cuenta de las últimas actividades de los romanos en Galilea, la conquista de Gamala y el ascenso al trono de Vespasiano tras la muerte de Nerón en el llamado año de los cuatro emperadores (69). La historia, como me afirmaba hace algunos días un investigador del CSIC, no siempre es blanca o negra. Por último, el libro VII es un añadido posterior y menos riguroso que se centra en las últimas operaciones militares romanas en Judea, como la conquista de las tres últimas fortalezas judías rebeldes (el Herodión, Maqueronte y Masada), los honores recibidos por los Flavios en Roma y las postreras revueltas judías de Egipto y Cirene. Fue entonces cuando las pequeñas desavenencias derivaron en una auténtica guerra. En el año 66, Vespasiano fue designado para conducir la guerra contra los rebeldes judíos de Judea, que amenazaba el bienestar de las provincias romanas del este.Esta rebelión había conducido al asesinato del anterior gobernador y había hecho huir a Cayo Licinio Muciano, gobernador de Siria, cuando este trató de restaurar el orden en la zona. Josefo suele referirse habitualmente a estos grupos de forma denigrante, denominándolos «bandidos» y «tiranos». Lo sentimos, tu blog no puede compartir entradas por correo electrónico. Acababa de dar comienzo a una década de muerte. A la postre, no obstante se terminó convirtiendo en aquello que más odiaba al dejarse cegar por las riquezas. En muchos de sus saqueos, cuando pasaban dentro para hacer sus rapiñas, se encontraban con familias enteras de cadáveres y con sus habitaciones repletas de víctimas del hambre. El cronista Flavio Josefo (un antiguo general judío que se había cambiado de bando) dejó constancia de esta barbarie en su obra «La guerra de los judíos»: «Se metieron por las callejuelas con sus espadas en las manos, mataron sin hacer distinción a todos los que se encontraron e incendiaron las casas con la gente que se había refugiado en ellas. Así pagaba el César a sus deslomados esclavos». ¿Cómo podía comprobarlo sin poder en riesgo a sus hombres? Según explican todo tipo de historiadores decimonónicos (entre ellos el monje Ferdinand Freiherr von Geramb o Marien Vasi) el último destino de los reos judíos no fue mejor. ¡Comprueba tus direcciones de correo electrónico! Su empuje fue tan fuerte que 400 valientes de la legión XII Fulminata tuvieron que sacrificarse para cubrir la retirada del resto del ejército. Guardar mi nombre, correo electrónico y sitio web en este navegador la próxima vez que comente. Según explica el historiador Stephen Dando-Collins en su obra « Legiones de Roma», la guerrilla local desangró a los invasores a golpe de ataques sorpresa hasta que les obligaron a regresar por dónde habían venido. En cuanto a la figura de Josefo, hay que diferenciar la consideración que se arroga él mismo como autor de la obra y como partícipe de los acontecimientos bélicos durante la rebelión judía. También existe una traducción en antiguo eslavo eclesiástico que ha perdurado hasta la actualidad. La revuelta volvió a estallar de manos de Eleazar, capitán de la guardia del templo de Jerusalén. Vespasiano podría haber continuado su exitosa campaña hasta la misma ciudad de Jerusalén, pero decidió volver a los cuarteles cuando recibió una carta en la que el gobernador de Hispania, Sulpicio Galba, le solicitaba ayuda para marchar sobre la mismísima Roma y acabar con el despótico Nerón. Sin embargo, Josefo sostuvo después que, aunque había sido un soldado el que había extendido las llamas, el general había ordenado expresamente que no se atacara este edificio. El espectáculo, lejos de repugnar a los romanos, les agradó. Para Roma, aquello fue como un cuchillo clavado en el corazón. Aunque la barbarie no quedó en ese punto ya que, poco después de que se finalizara su construcción, muchos de los reos fueron arrojados a las fauces de las bestias de los juegos. Su gesta permitió que sus compañeros se salvaran, pero les llevó a perder su estandarte, una de las mayores vergüenzas para una unidad de la época. Tampoco llega a incidir en el mesianismo latente en el ideario judío como una de las causas de la inestabilidad política de Judea. En sus palabras, el número de los que «perecieron luchando con las fieras, abrasados por las llamas y en peleas entre ellos alcanzó más de dos mil quinientos». Vespasiano. La llegada al poder de Vespasiano no le hizo olvidar la revuelta que le esperaba en Judea. Al igual que ocurrió antes, también fue ejecutada una gran cantidad de prisioneros de guerra», añadió el cronista. La Guerra de los Judíos es la primera obra que Josefo escribió en Roma y fue terminada y publicada entre los años 75 y 79 de nuestra Era. 37-ca. Al día siguiente, la legión X Fretensis llegó desde Jericó y comenzó a establecer su campamento en el Monte de los Olivos», añade el autor. En todo caso, el saqueo se generalizó entre los legionarios romanos. De hecho, cuando Tito regresó un año después a la ciudad para saber en qué punto se encontraban las labores de reconstrucción (pues había sido derruida hasta los cimientos) se encontró con una curiosa estampa: vio como los hombres de la X Fretensis (que habían recibido la orden de quedarse en la urbe para asegurar que no se sucedía una nueva revuelta) excavaban entre los escombros con sus propias manos para desenterrar las riquezas escondidas bajo los escombros de las viviendas. Todo ello, contra una ciudad en la que residían, aproximadamente, un millón de judíos. En total, se calcula que unos 12.000 esclavos participaron en la edificación del monumento más famoso de la ciudad. «No tuvieron matanza más cruel los judíos entre todas cuantas padecieron como esta: porque en una noche abrieron las entrañas de 2.000 hombres». Esta página se editó por última vez el 20 sep 2020 a las 05:50. «Hemos luchado con la ayuda de Dios y es Dios el que ha expulsado a los judíos de estas fortalezas», afirmó. Josefo tampoco inculpa al pueblo judío en su totalidad, sino que señala como causa del conflicto a una minoría judía (fariseos, zelotes, sicarios y otros grupos radicales) que odiaba a los romanos frente al resto de la población, silenciando el sentimiento generalizado antirromano. Tres meses e incontables combates después, los legionarios lograron al fin acceder al corazón de Jerusalén e iniciaron una destrucción que todavía se recuerda a día de hoy. Los invasores la sitiaron durante cinco días creyendo que solo era cuestión de tiempo que los defensores se rindieran… Pero no podían estar más equivocados. La cantidad de habitantes que había en la ciudad se deduce del censo elaborado en tiempos de Cestio». : Bellum iudaicum) es una obra literaria escrita en griego en el siglo I por el autor judeorromano Flavio Josefo. [2] Originalmente fue escrita en arameo, el idioma materno de Josefo, aunque esta versión no se ha conservado. En realidad fueron cuatro años de intenso trabajo con la ayuda de doce mil judíos cautivos llevados a Roma por Tito tras la conquista y destrucción de Jerusalén, muchos de los cuales perecieron luego en la arena devorados por las fieras en los juegos públicos. Vespasiano contempla la construcción del Coliseo - / Vídeo: Vespasiano y la barbarie antisemita ... el último destino de los reos judíos no fue mejor. Así lo confirma, entre otros, el investigador español José María Zavala en su obra « Las páginas secretas de la historia»: «Vespasiano empezó a levantar el Coliseo en el año 69 de nuestra era, y Tito lo terminó doce años después. Había recibido el título de César, heredero del imperio, en diciembre de 69, a la vez que su hermano. ¡Has introducido una dirección de correo electrónico incorrecta! El libro III versa sobre la campaña de los romanos en Galilea hasta otoño del año 67, relatando la llegada al frente de Vespasiano, la toma de Jotapata y la rendición de Josefo. La urbe, rodeada por tres murallas, desafiaba inmaculada el poder de Roma. Según el propio Josefo, Tito también sacrificó a más de 2.500 reos en los juegos que celebró tras la destrucción de Jerusalén, y un número indeterminado más meses después durante las fiestas romanas. Este contingente actuó como un rodillo contras las ciudades de Jotapata, Tarichaeae y Gamala. El libro I narra los acontecimientos desde la sublevación de los Macabeos (167 a. C.) hasta la muerte de Herodes I el Grande, siendo el único de los reyes judíos sobre el cual Josefo se extiende con detalle. Mientras que las Antigüedades judías y el Contra Apión defienden el judaísmo, en La guerra de los judíos se advierte claramente un estilo apologético filorromano, con el que se intenta exculpar a Roma del origen de la guerra, la cual se refleja más como una revuelta interna del imperio que como una lucha meramente independentista. Tal afrenta no fue pasada por alto. Los más robustos fueron convertidos en gladiadores y, por último, las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos. Y así quedó claro cuando, tras abandonar la urbe, se hizo recuento de los fallecidos (1.500 legionarios) y del territorio perdido (una buena parte de Judea). A la muerte de su hermano, el 13 de septiembre de 81 (según algunos asesinado a instancias de Domiciano), se conviertió en emperador. Presentan ILAN y Enlace Judío, “Estos ojos han visto mundos enteros”: Joshua Kogan escribe “La Historia de los Judíos en México”. Tras aquella tropelía, los judíos clamaron justicia ante los superiores de Floro, pero solo obtuvieron el silencio por respuesta. Enlace Judío es un servicio de información propiedad de una empresa de carácter privado, independiente de cualquier institución perteneciente a la Comunidad Judía de México, por lo que la información, contenidos, análisis y opiniones vertidas en este medio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento y las posturas de la Comunidad Judía de México y sus instituciones. Sus armas de asedio dispararon sin descanso descargas de dardos y piedras de hasta 45 kilogramos de peso. Aunque al principio los judíos tuvieron éxito, cuando el general Vespasiano avanzó con el ejercito principal desde Antioquía hacia Galilea, quemando y asesinando, los insurgentes huyeron o se refugiaron El historiador contempló el resurgir de la ciudad imperial luego del incendio de Nerón, y las grandes obras emprendidas por los Flavios, como el Coliseo, el Foro y … Y este caso es un ejemplo claro. El objetivo último de la obra sería el de desanimar cualquier futura rebelión contra el poder romano, firmemente establecido en una zona tan conflictiva como el Mediterráneo oriental, algo que Josefo llega a insinuar en la misma obra.[4]. Durante la guerra Vespasiano se hizo patrón de Flavio Josefo, un líder de la resistencia judía, que en su trabajo La guerra de los judíos ofrece una visión cercana del futuro emperador y de su heredero Tito durante la guerra. Al poco, los disturbios se generalizaron y, con ellos, comenzó la turbia relación entre estos dos pueblos. Josefo fue uno de los líderes judíos durante este conflicto, y tras ser capturado por los romanos entró al servicio del futuro emperador Vespasiano, bajo cuyo reinado fue escrita esta obra. Los romanos dejaron esta actividad sanguinaria al atardecer». [3] El hecho de que no escogiese el latín para traducir su obra puede explicarse en que esta lengua no gozaba todavía de una amplia difusión en esa época entre los judíos, mientras que el griego suponía un vehículo más idóneo para transmitir su obra entre la comunidad judía de la zona oriental del Imperio, sumamente helenizada. Firma israelí que produce agua del aire exportará su tecnología a Emiratos, Temería Israel que Irán atente contra sus ciudadanos en Emiratos, Las últimas innovaciones y aportes de Israel, la Start Up Nation. El flamante militar hizo llamar a los hombres de la XII Fulminata en un intento de que borraran el agravio hecho contra su águila. Guió las negociaciones diplomáticas y sus funciones militares con prudencia y astucia. Y es que, 12.000 de ellos (20.000, según otras fuentes) fueron enviados a Roma para terminar de levantar el Coliseo con su trabajo. Como mucho, les «pareció un castigo menor». El general había oído hablar de su flotabilidad, pero desconocía si era realidad o mito. Vespasiano nació en Falacrinae, en el territorio de los sabinos, cerca de Reate.Su padre era un miembro del ordo equester que se enriqueció como recaudador de impuestos en la provincia romana de Asia y como prestamista en Helvecia, donde Vespasiano vivió durante algún tiempo.Su madre, Vespasia Polla, era la hermana de un senador. Vespasiano (Tito Flavio Vespasiano; Falacrinae, actual Italia, 9-Cutilia, id., 79) Emperador romano (69-79). Poco después, el templo de Jerusalén comenzó a arder. También añadió que los combatientes «dieron saco al templo» de la ciudad y «hurtaron muchas cosas» antes de prenderle fuego. Otros fueron enviados a las minas de Egipto o, incluso, se vieron obligados a participar en la edificación de todo tipo de obras públicas. Pero la tragedia quedó ensombrecida por la brutalidad que vendría después. Al poco, el gobernador de Siria, Cestio Galo, tomó las armas y aplastó con fiereza la ciudad de Jotapata. Los historiadores coinciden en que fue provocado por las legiones romanas. Y es que, Tito Flavio Sabino Vespasiano capturó a los supervivientes, trasladó a muchos hasta la capital y les obligó a levantar el Coliseo. «A continuación llegó a Berito, una ciudad fenicia colonia de los romanos. Por si fueran pocas afrentas, el Coliseo también se financió con parte de las riquezas saqueadas de Jerusalén. Los historiadores judíos han definido este episodio como una humillación sin precedentes para un pueblo que, ya en el año 63 a.C. fue obligado a tributar a Roma como uno de sus estados vasallos. Familia y carrera pública. Enlace Judío México e Israel.- Tras la revuelta del pueblo semita, Tito destruyó Jerusalén y capturó a 97.000 de sus habitantes. Al final, no se le ocurrió otra cosa que arrojar a las aguas a varios reos judíos para comprobar si las habladurías eran verdad o no. ¿Cómo es posible que el Imperio romano cometiera tal atrocidad? Cayo Cestio Galo, el gobernador de Siria, fue derrotado en la batalla de Betorón y forzado a retirarse de Jerusalén. Esta triste práctica se repitió poco después. Tito Flavio Vespasiano [a] (30 de diciembre de 39-13 de septiembre de 81) fue un político y militar romano que ascendió hasta el trono del imperio con el nombre de Emperador Tito Vespasiano Augusto [b] y gobernó desde el 24 de junio del año 79 hasta su muerte. Por si fuera poco, los ciudadanos apoyaron su alzamiento. Por suerte para ellos, no se ahogaron. Pretor en tiempo de Calígula y militar brillante en Britania durante el reinado de Claudio, su humilde origen hizo que no fuese objeto de represalias por parte de Nerón, quien no veía en él amenaza alguna.. Vespasiano. Si sigues utilizando este sitio asumiremos que estás de acuerdo. Y así quedó claro cuando, tras abandonar la urbe, se hizo recuento de los fallecidos (1.500 legionarios) y del territorio perdido (una buena parte de Judea). Una pésima forma de calmar los ánimos que no logró apaciguar (ni meter el miedo en el cuerpo) a los judíos. Tal y como explica Dando-Collins en su obra, el revanchismo imperial quedó claro cuando el mismo Vespasiano se topó con el mar Muerto. Así lo atestiguó el historiador Cayo Suetonio con esta curiosa anécdota: «Su hijo Tito le censuraba un día no haber olvidado un impuesto hasta sobre la orina; Vespasiano le presentó ante la nariz el primer dinero cobrado por aquel impuesto y le preguntó si olía mal». Las raíces del conflicto y de la inquina de los emperadores contra el pueblo semita hay que buscarlas en el 64 d.C., cuando llegó hasta Judea el tiránico procurador Gesio Floro. Autores como Juan Pedro Cavero Coll respaldan la teoría de que los emperadores abusaron de los semitas y tilda a estos últimos de «súbditos molestos del Imperio» en su obra «Breve historia de los judíos» (Nowtilus, 2011). Tras solicitar a su hijo Tito que reuniera todas las legiones que pudiera en Egipto, el veterano líder militar (sumaba 56 años a sus espaldas e innumerables campañas) se puso en marcha durante el verano del 67. Este guerrero puso en jaque de nuevo a Roma al sitiar con miles de soldados a una cohorte de la legión III Gallica. Por favor, vuelve a intentarlo. Su brutalidad pronto hizo aflorar el odio de los habitantes. Como autor intenta presentarse como un historiador objetivo y neutral, pese a que es evidente la finalidad persuasiva de su obra, y cómo su tratamiento de los hechos cede a la comprensión de uno y otro bando según el pasaje. Los libros V y VI son los más destacados de la obra, al narrar el asedio y la caída de Jerusalén (70) y la destrucción del Segundo Templo por orden de Tito, hechos a los que asistió el propio Josefo como testigo directo. Tal afrenta no fue pasada por alto. Según explica el filósofo y estudioso Thomas A. Idinopulos en su obra « Jerusalén», «los que sobrevivieron a la masacre envidiaron a los muertos» ya que los que estaban en buenas condiciones físicas fueron enviados a «las minas de Egipto o Cerdeña» o a «construir un gran canal cuya excavación en Corinto había ordenado Nerón». [2] Originalmente fue escrita en arameo, el idioma materno de Josefo, aunque esta versión no se ha conservado. Rabino Yosef Bitton/ VEYETSE: ¿Soñar con ángeles o con ovejas? Poco después se plantó ante la mismísima Jerusalén. Pintaban mal las cosas para el Imperio. Y es que, mientras todavía estaba en Judea, recibió la noticia de que el emperador había sido asesinado. El número concreto de reos es desvelado por el propio cronista romano: «Todos los prisioneros que fueron capturados en el conjunto de la guerra sumaron noventa y siete mil, y los que perecieron en la totalidad del asedio fueron un millón cien mil. Por el momento, consideró, era mejor esperar a que los peligrosos vientos de la política amainaran. Pero ni las victorias aplacaron la sed de venganza de los romanos. La obra se divide en siete libros, como ya avanza el propio Josefo en el proemio. La mano de obra judía en la construcción del Coliseo romano. Conocedor de los entresijos de la corte, militar respetado y hombre con grandes capacidades políticas, el general se hartó de ver pasar frente a sí líderes mediocres y aprovechó su poder para hacerse con la poltrona. Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestra web. El libro II avanza desde ese momento (4 a. C.) hasta el año 66, centrándose en los sucesores de Herodes y el gobierno de los procuradores romanos, describiendo los inicios de la revuelta judía en Cesarea y las primeras actividades en Galilea del propio Josefo como líder militar. A pesar de que se compadecían de los que morían de esta forma, sin embargo, no tuvieron los mismos sentimientos con los vivos, sino que degollaron a todo el que se toparon, con sus cadáveres taponaron las estrechas calles e inundaron de sangre toda la ciudad, de modo que muchos incendios fueron también apagados por esta carnicería. La barbarie que las legiones romanas demostraron en el año 70 contra los judíos sublevados en Jerusalén asombró tanto al historiador Flavio Josefo, que este decidió dejar constancia de ella en sus escritos. A 146 años del nacimiento del primer presidente de Israel, Jaim Weizmann, Yad Latinok lamenta el fallecimiento de Jaim Charbit Yache Z”L, Comité Frutas y Verduras de Le Mazon lamenta el fallecimiento de Jaim Charbit Yache Z”L, Dime tu apellido judío y te diré de dónde vienes (versión idish), La gimnasta israelí Linoy Ashram gana oro en campeonato de Europa. Al acceder a la ciudad, Tito se vanaglorió de que un poder divino había permitido a Roma vencer aquella resistencia. Por favor ingrese su dirección de correo electrónico aquí, NATHAN SHTEREMBERG – PRESIDENTE / MAY SAMRA – DIRECTORA. Quizá por ello, o por la mera locura del entonces emperador Nerón (despótico, belicoso y obsesionado con las conspiraciones contra su gobierno), el veterano general Tito Flavio Vespasiano recibió órdenes de sofocar la revuelta judía por la fuerza.